El canto campesino chileno ha sido objeto de innumerables investigaciones, especialmente en el área de la literatura, musicología y la etnomusicología, que han develado importantes y valiosos saberes acerca de la música de nuestro país, su estructura, origen y la función social que cumplen para una comunidad. De todos modos, sabemos que en el ámbito de la práctica es casi imposible encontrar cultores que adhieran de forma rígida a los cánones que en algún momento se establecieron como propios de cierto tipo de arte, expresión u otro tipo de creación. Cada individualidad marca con sello propio lo que es de su autoría, renovando así la expresión de su propia cultura bajo cada contexto, situación y necesidad. El caso de Ofelia Gana es uno de estos exponentes.
Una vida artística
Esta mujer nació en el norte de Chile, donde desde pequeña desarrolló su interés y habilidad por la música y la poesía. Hija de padres profesionales a cargo de una escuela normalista, ellos vieron que necesitaría un espacio de expresión para esa inquietud artística que la aquejaba. Muy chica se integró a una “escuela de desarrollo artístico”. Esto la ayudó a canalizar y dar vida a esa relación poética que ella tenía con su entorno y expresarla mediante creaciones propias e intervenciones en los lugares donde se encontraba.
“Mi mamá tenía un estilo bien parecido al mío, tenía una cosmografía bien extraña, bien como liberal, libre, y se dio cuenta de que había que tenerme como una instancia en que yo desarrollara todas esas cosas (…) y cuando estaba en quinto básico ya estaba a cargo de todas las actividades artísticas, y ahí ya no cabía duda que esa iba a ser una herramienta pa` mi futuro. Ese fue el origen, siempre desde chica fui buena pa` componer, le hacía los himnos al colegio donde yo estaba, a mi sala de clase, al carabinero, al bombero, etc.”
Pero es en la adultez cuando Ofelia se consolida como “cantora campesina”, pero no a raíz de un estudio de este tipo de canto, sino de manera espontánea. Ella interpretaba y componía otros estilos musicales, residía en Malloa junto a su marido. Ese hecho, de ser una mujer casada con un militar en una zona rural, no le permitía un desarrollo completo de su vocación artística, ya que la cultura machista, pesaba sobre las decisiones de la familia.
“Yo no podía salir, las razones que se aducían para que yo no saliera, que siempre ocultaban esa parte… era el temor a que yo fuera a ser infiel o me aducían razones que realmente la marcan a una como mujer o sea, “cómo vai a dejar a los cabros solos, son chicos”, “¿no hay otra persona que vaya a hacer el loco, el ridículo?”, “¿Por qué tenís que ir tú?”, “¿te van a pagar?” entonces una… con el pensamiento mío, tu evitabai todas esas cosas, anulándote…”
Mujer consolidada como cantora por su pueblo
Con el paso de los años y el crecimiento de sus hijos, Ofelia hizo brotar, lentamente, esa inquietud vital que siempre la movió y la conectaba con el mundo a su alrededor: la música y el canto, pero un canto libre, auténtico y sin academicismos.
“Yo quedé con mi carga, del don que me heredaron mis genes anteriores, de la música, del ser despierto, coherente con el lugar donde tú vives, de llegar al lugar donde tú vives que era muy distinto al lugar donde tú naciste, a un lugar verde donde se escuchaban árboles, aves, relinchos lejanos, todo eso a mí me cambió la visión musical y yo empecé a tratar de imitar esos sonidos (…) me metí en la onda de la tierra, que me ofrecía una musicalidad envolvente (…) y así estaba tratando de tocar una tonadita o enarbolar una cueca, tratando de sacar el canto campesino cuando la comunidad me solicita ser su cantor. De a poquitito, lo primero fue un bautizo, que la persona que hace la misa en Salsipuedes me pide que vaya porque ya no había cantora, y me dieron el cartón que me licenció como cantora antes de serlo.
Me dicen señora Ofelia, cante lo que a usted le nazca” en el momento de recibir al niño, usted cante lo que se le ocurra.”
Este hito marcó a Ofelia en su estilo único de canto campesino, ya que para ella, al contrario de otros cultores y cultoras, no es necesario apegarse estrictamente a las formas antiguas establecidas para este tipo de canto, sino que lo importante es ser capaz de reflejar y de exteriorizar lo que ocurre adentro y afuera, de manera sensible, poética, creativa, apasionada, tal como ella es.
“Tampoco me convertí en cantora porque mi mamá fuera o porque alguien me enseñó, lo mío era por responsabilidad con mi entorno… yo me esforcé por llegar a un nivel sublime que es el de la tierra, ese que no tiene academismos, ese que realmente las cantoras hacían espontáneo (…) Hay gente que estudia académicamente y aprende lo que yo aprendí de la tierra y de la gente que no tiene ni un conocimiento, entonces yo no puedo aceptar que la gente me venga a decir que canto bonito pero que no cumplo con el octosílabo, no, esa cuestión no es real, es para gente que quiere meterse esnobistamente en un ambiente académico elitista.”
Cantores que reflexionan
En cuanto a lo económico, a lo largo de su vida Ofelia no ha necesitado solventar a su familia a través de la música. Es una actividad que realiza conjuntamente con otras, que también forman parte muy importante de su vocación, como su trabajo con personas especiales, en este caso, su nieto con capacidades diferentes, a quien cuida sagradamente todos los días.
Igualmente, considera que la música sí puede llegar a ser un sustento de vida, ya que no es necesario tener grandes gastos cuando se vive con la riqueza de ejercer la propia vocación y ofrecerla al resto.
“Yo sentía que la plata era necesaria para cubrir manutenciones no más, o incluso gastos innobles… pero siempre tuve un vacío dentro, que nunca supe bien si era o la música o era ayudar al prójimo, pero al que está realmente desvalío, el que está realmente desechado por esta sociedad de miércale que empezó a caminar a un lugar de puro exitismo (…) me di cuenta de que si tú tenís facultades no podís ser tan miércale de aprovecharlas pa puro crecer y avanzar para que el día de mañana no te falte nada, sino que si tú tienes reales facultades tenís que agradecer de tenerlas y hacer algo por el que no las tiene”.
“Mis amigo músicos actuales, que son geniales músicos pero ellos tienen un concepto que de la música no se puede vivir, entonces estudian carreras que no tienen nada que ver con esto… yo nunca tuve esa necesidad, porque eso tenía que ver con aspiraciones de plata, y yo me sentía segura haciendo música.”
Para Ofelia, el sentido de ser cantora no es en absoluto algo dejado al azar. Para ella, ser cantora es una vía a través de la que se sirve a la comunidad, al próximo y a quien lo necesita. Considera una bajeza el ejercer el oficio artístico sólo con fines de fama personal, dinero y renombre.
Recuperando la tradición original de la vihuela
Hace tres años aproximadamente, Ofelia tuvo un encuentro con un lutier, que terminaría siendo una experiencia muy significativa en su vida. En una visita coloquial, este hombre, al poder ver en ella su real interés por reflejar y honrar la pureza de la tierra y de lo auténtico, le quiso traspasar -en ese
momento- un conocimiento y una tradición que pocos conocen hoy. Se trata de la vihuela, un antiguo instrumento que tiene relación con una forma especial de tocar y una función social específica que cumplir. Esa tradición nació en tiempos de la conquista española y que hasta hoy es poco conocida.
momento- un conocimiento y una tradición que pocos conocen hoy. Se trata de la vihuela, un antiguo instrumento que tiene relación con una forma especial de tocar y una función social específica que cumplir. Esa tradición nació en tiempos de la conquista española y que hasta hoy es poco conocida.
“La vihuela es un instrumento que te obliga, como el juglar era solito con ella, te obliga a hacer una orquesta con un solo instrumento, y eso la gente no puede hacerlo, por muy músico que sea, hasta que comprenda que esto tiene un por qué (…) si tenemos que el juglar era solo, entonces pa tocar la vihuela uno tiene que cumplir cuatro funciones: el bajo, la percusión, el rasgueo y el punteo, y si la persona que lo ejecuta tiene que cantar, se integra un quinto miembro”.
Cuenta Ofelia que esta técnica era acompañada de un papel social que cumplía el juglar, y que tenía que ver con transmitir a las huestes de la conquista, recuerdos y canciones populares de sus pueblos originales con fines lúdicos, de contención y reafirmación de la identidad, además de entregar instrucciones provenientes de los altos mandos de la época.
“Dio origen al cantor que tenemos ahora, del hombre que improvisa con un instrumento, porque la vihuela tenía doble misión, que era la de informar a la tropa de las órdenes de los comandantes y lo hacían cantando los juglares, pero la más importante era la de recordar los cantos tradicionales de los vascos, andaluces y toda esa escoria que llegó acá, y transmitir oralmente información.”
La Técnica y El Sentido es lo que Ofelia, hoy por hoy, busca rescatar, proteger y transmitir con la vihuela. La considera el origen del estilo musical chileno y le duele que no se le reconozca como tal, y se la trate como un instrumento más, sin historia ni mayor complejidad.
“Me da mucha rabia ver cantoras campesinas estas que imitan a las señoras antiguas que dicen “yo también toqué vihuela”, la vihuela no… solamente tiene vihuela un tipo que es payador de aquí de esta zona también, que se la compró al mismo lutier y que, con el dolor de mi alma, la toca como un guitarrón y te juro que me hiere escucharlo tocar (…) Esto no es pa volverse estrella, esto es pa mantener una tradición, y más encima una tradición que dio origen a todos los que se andan luciendo cantando con su guitarra traspuesta o con su guitarrón, pero esto es pa hacerle una venia de respeto, no pa estar cobrando por mostrarla ni pa decir “ah sí, yo la toco, no pásame, yo la toco” ¿cómo, si no la reconocen madre?
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